martes, 5 de octubre de 2010

Historias de amor y sangre: Mi heroe (parte II de II)

...
El se baja el cierre y se acomoda el pantalón. Ella cierra los ojos para no tener que ver su violación.
El toma su pene y espera el mejor momento para empezar.
Se escucha otro ruido. Un golpe seco. Abre los ojos y ve a otro tipo, golpeando al acosador. La pelea es intensa. Ninguno de los dos parece querer perder.
El acosador pierde el equilibrio en cada ataque por sus pantalones. Cae al piso y el rescatista aprovecha. Deja caer toda la furia de sus puños sobre la cara, que no deja de mover los brazos como loco. La sangre llega hasta la mujer que no se mueve nada.
El pervertido deja de mover los brazos. Pero el otro no deja de golpearlo.
Si hubiera un poco mas de luz se vería que el victimario convertido en víctima ya no posee más un rostro humano cuando la lluvia de golpes para.
El héroe que salva a la damisela en a puros se detuvo por el cansancio de sus manos, él quería seguir golpeando. Respira fuerte.
Mira a la mujer que sentada en el piso tiembla. Se para y se dirige a ella.
-Estasss… bieeen…
Aun no respira muy bien.
Ella se para y corre a la protección de los brazos que la han salvado. El la cobija cálidamente. Ella siente algo; algo que nació de toda esta violencia. Cuando todo parecía que terminaría en un caso de abuso sexual el nuevo extraño llego a rescatarla.
Pero algo también vino con ese extraño, su libido. A cada golpe sentía como cada parte se erizaba y pedía a aquel hombre tan varonil. Cuando acabaron los golpes no pudo dejar de notar que se estaba masturbando ante el show, silenciosa manera de darse placer. Tenía su boca abierta y se introducía un dedo que acariciaba su interior; toda su humedad escurría hasta su muñeca y no dejaba de contraer las paredes vaginales.
Y ahora quería algo más.
Pasa sus manos entre las piernas del caballero.
-Ey… que…
Ella pone sus labios sobre los de él y no deja de jugar con el bulto que siente a través del pantalón. El siente la desnudes de la mujer, pero ella parece tan decidida. Con una mano desabrocha la camisa y con la otra el pantalón. El toma su cabello y desase su cola de caballo.
Ella besa su pecho y por fin tiene total contacto con el miembro de su rescatista. El besa su cuello, ya se dejo de preguntar qué diablos le pasa a la mujer que salvo. Los dos se tiran al pasto, esta frio pero no les importa. Sus cuerpos semidesnudos están uno sobre el otro, y no muestran señales de que esto cambie.
Ella toma el falo y lo dirige.
-Házmelo… quiero ser tuya.
El coloca su mano derecha en su espalda baja y empieza a embestirla. Ella siente algo que nunca en su vida había sentido, junto con una lluvia de orgasmos. Siente sus besos en cada parte, aun en las golpeadas. Siente toda esa pasión y solo puede pensar en retenerlo con sus piernas. Pasa sus ensangrentadas manos sobre su cara para acariciarla pero ella las toma y las empieza a besar.
-Estas manos benditas
Su respiración ya no es de alguien furioso, ahora son bocanadas de aire más parecidas a gemidos. El se tumba contra el pasto y la pone en la cima. Ella se mueve como en un ataque, no le importa que su rodilla ensangrentada toque el pasto que le arde. Los movimientos se aceleran.
Ambos terminan en un gran grito.
Ella se tira contra su pecho. Le falta el aire y su cabeza aun da vueltas. Muerte sus pectorales y no deja de acariciarlo. El no deja de abrazarla.

El fue muy amable en darle su chamara para que se cubriera. Cargo la bici todo el camino y camino silencioso a su derecha. Sin dejar de mirarla.
Ella se sentía apenada en cierta parte, pero su sensación de gratitud era superior.
-Muchas gracias por todo.
-No fue nada…
-Sin no hubieras llegado…
-Ya no pienses en eso.
-No me has dicho tu nombre, no sé quien fue mi héroe.
-Me llamo Cesar. Y la dama a la que salve…
-Tamara.
Se acercaban a la casa de Tamara, y ella tenía tantas cosas que decirle pero no sabía cómo. Y cada vez le quedaba menos tiempo.
-¿Ya no te duele?
-Aun me punza.
Y llegaron a la puerta del edificio.
-Bueno si no necesitas nada más…
-¿Cómo puedo localizarte?
Mete su mano en uno de sus bolsillos y saca un papel, se acerca a la chica y saca una pluma de la chamarra. Escribe unos números y le da el papel.
-Gracias. No sé como agradecerte.
-No esperaba nada a cambio, pero bueno… no puedo pensar en que aun estés en deuda conmigo…
Ella vuelve a besarlo. Se retira.
-Gracias, Cesar.
Abre la puerta, toma la bici y la empuja hacia dentro. Se quita la chamarra.
-No quédatela aun hace frio y estas muy desnuda.
-No creas que no te la regresare.
-No esperaba menos. Adiós.
Con un gesto se despide y camina, hasta desaparecer. Ella entra y deja la bici en su lugar con una cadena. Sube a su departamento sin poder sacar de su mente cada caricia. Mete las llaves, entra y camina a su recamara. Su esposo está dormido, no quiere molestarlo. Va al baño y por fin se da cuenta de los golpes, lucen mal. Pone agua y se limpia la rodilla. Se quita toda la ropa y la tira a la basura. Se mete al baño con agua tibia y se ducha. Mira sus labios vaginales, pone sus dedos y siente el semen que sale de ella, muestra de su último encuentro. Sonríe y se lava.
-Solo espero no embarazarme. Creo que le diré mañana a Mario que me caí. El no tiene por que saber de mi pormenor. No tiene por que saber de mi héroe y yo.
Al salir del baño esconde muy bien la chamarra y el papel, también anota en su agenda el número de manera discreta.

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