viernes, 8 de octubre de 2010

Parad...

Deja de pasar tus labios por mi cuello.

Solo haces que el ardor aumente.

No pases tus dedos por mi cara.

Que me haces estremecer.

No me ofrezcas tu boca, que me pegaría en ella hasta morir.

No me mires, que pierdo la poca cordura que me queda.

Pero no me hagas caso… déjame en este hermoso suplicio.
Que de tu aroma vivo.
De las no-palabras que intercambiamos.
De la cara que pones después de un beso.
La sonrisa que le da pila a mi vida.

jueves, 7 de octubre de 2010

A donde van los muertos?

Es una buena pregunta. De suma importancia.
Respóndanme. ¿A dónde se van todas las promesar que no fueron cumplidas?
¿A qué lugar van a parar todos los juramentos rotos?
¿Todas esas palabras para explicar un amor que ya no se tiene?
¿Todos los cumplidos?
¿Cada TE AMO, que no fue recordado?
¿Cada beso que es sepultado por otros nuevos?
Los suspiros con dedicatoria…
Las sonrisas del pasado…
Las caricias… las lagrimas… todo lo que juramos único y cierto.
¿Pertenecen al cielo o al infierno? ¿Siendo verbo, tienen alma?
¿Viven en pecado?
¿Sufriremos la carga de su culpa? ¿Ya la sufrimos?
O, quizá no sea nuestra culpa. Tal vez los sentidos nos engañaron; todos embriagados en el enamoraMIENTO. Segados por un velo auto impuesto que no nos dejaba ver tanto nuestras mentiras como las ajenas.
¿Quién es peor persona: el que dice esto sabiendo que puede no ser cierto o aquel que ignora su autenticidad, los que las sostuvieron como la verdad y después las pisotearon sin remordimientos, los que prefirieron mentiras antes de aceptar que todo se acabo, los que sabían de todo esto y sin gota de culpa los cambiaron por otros?
¿Serán todos así?
¿Seré yo así?
Que tengo que hacer para enmendarme con cada uno de esos cadáveres que he dejado tirados. Sé que no lo hice solo, varias personas me ayudaron a crearlos para después destruirlos como si nada.
Pero ¿Quién soy yo para pedirles que me ayuden con la ofrenda? Ya no me interesa saber quien fue el culpable, a quien adjudicarle el muertito.
Ahora solo me interesa ese karma que me he creado. ¿Seré el único que le interesa?
Tal vez algún día se levanten y vengan a verme de noche.

-Nos decepcionaste… nos decepcionas…
-No fue mi intención, lo juro. Eso era lo que creía sentir.
-¿Por qué a nosotros? ¿Qué te hicimos?
-Nada. Soy un ingrato. Nunca medí el impacto de mis acciones.


Pero esa noche no huiré. Les hare frente, como hombre. Sé que soy la causa de su sufrir, solo espero que entre toda esa culpa se encuentre un grano de inocencia. Que me permita vivir para enmendarme. Aun que me tome toda una vida.

miércoles, 6 de octubre de 2010

Quisiera ser cantor...

De locuras y pasiones es lo que estoy hecho. Cada parte de mi cuerpo, no hay forma de negarlo.
De locuras que hice y que estoy por hacer. De pasiones que siento y quiero sentir.
Y de esas pasiones y locuras la que llega como rayo de luz todas las mañanas, estas tu. Abrazadora, cálida y alegre.
Mi locura pide a las musas inspiración para mostrarte lo que siento con poemas. Pero no soy poeta y me maldigo. No puedo con las rimas y el ritmo. Solo espero ir a tu ritmo.
Y que te podría decir que no haya sido trillado o algún otro maldito poeta me haya ganado. Que no hay lucero en el cielo tan bello como tú, que cada amanecer pare un simple prender de foco a tu lado, que cada flor se cierra apenada cuando caminas y que la seda parece roca volcánica cerca de tu piel. Es cierto, pero usado.
Que te puedo decir ahora. Que tus ojos aparecen cada que cierro los míos, y son bellísimos. Que mis yemas desean tocarte. Que ni la oscuridad puede alejar tu cuerpo de mí.
Has pasado cada una de mis barreras, cada uno de mis muros. Me has hecho temblar peor que las murallas de Jericó. ¿Qué has hecho mujer, que ahora solo vivo de tu limosna?
Temo por mí. Creo que mi locura dejara de ser racional, y por completo me llenare de tu pasión. Ya no aguanto la hora de dejar de ser tu casi casi chico. No temo por el futuro, no cuando los caminos se cruzan.

martes, 5 de octubre de 2010

Historias de amor y sangre: Mi heroe (parte II de II)

...
El se baja el cierre y se acomoda el pantalón. Ella cierra los ojos para no tener que ver su violación.
El toma su pene y espera el mejor momento para empezar.
Se escucha otro ruido. Un golpe seco. Abre los ojos y ve a otro tipo, golpeando al acosador. La pelea es intensa. Ninguno de los dos parece querer perder.
El acosador pierde el equilibrio en cada ataque por sus pantalones. Cae al piso y el rescatista aprovecha. Deja caer toda la furia de sus puños sobre la cara, que no deja de mover los brazos como loco. La sangre llega hasta la mujer que no se mueve nada.
El pervertido deja de mover los brazos. Pero el otro no deja de golpearlo.
Si hubiera un poco mas de luz se vería que el victimario convertido en víctima ya no posee más un rostro humano cuando la lluvia de golpes para.
El héroe que salva a la damisela en a puros se detuvo por el cansancio de sus manos, él quería seguir golpeando. Respira fuerte.
Mira a la mujer que sentada en el piso tiembla. Se para y se dirige a ella.
-Estasss… bieeen…
Aun no respira muy bien.
Ella se para y corre a la protección de los brazos que la han salvado. El la cobija cálidamente. Ella siente algo; algo que nació de toda esta violencia. Cuando todo parecía que terminaría en un caso de abuso sexual el nuevo extraño llego a rescatarla.
Pero algo también vino con ese extraño, su libido. A cada golpe sentía como cada parte se erizaba y pedía a aquel hombre tan varonil. Cuando acabaron los golpes no pudo dejar de notar que se estaba masturbando ante el show, silenciosa manera de darse placer. Tenía su boca abierta y se introducía un dedo que acariciaba su interior; toda su humedad escurría hasta su muñeca y no dejaba de contraer las paredes vaginales.
Y ahora quería algo más.
Pasa sus manos entre las piernas del caballero.
-Ey… que…
Ella pone sus labios sobre los de él y no deja de jugar con el bulto que siente a través del pantalón. El siente la desnudes de la mujer, pero ella parece tan decidida. Con una mano desabrocha la camisa y con la otra el pantalón. El toma su cabello y desase su cola de caballo.
Ella besa su pecho y por fin tiene total contacto con el miembro de su rescatista. El besa su cuello, ya se dejo de preguntar qué diablos le pasa a la mujer que salvo. Los dos se tiran al pasto, esta frio pero no les importa. Sus cuerpos semidesnudos están uno sobre el otro, y no muestran señales de que esto cambie.
Ella toma el falo y lo dirige.
-Házmelo… quiero ser tuya.
El coloca su mano derecha en su espalda baja y empieza a embestirla. Ella siente algo que nunca en su vida había sentido, junto con una lluvia de orgasmos. Siente sus besos en cada parte, aun en las golpeadas. Siente toda esa pasión y solo puede pensar en retenerlo con sus piernas. Pasa sus ensangrentadas manos sobre su cara para acariciarla pero ella las toma y las empieza a besar.
-Estas manos benditas
Su respiración ya no es de alguien furioso, ahora son bocanadas de aire más parecidas a gemidos. El se tumba contra el pasto y la pone en la cima. Ella se mueve como en un ataque, no le importa que su rodilla ensangrentada toque el pasto que le arde. Los movimientos se aceleran.
Ambos terminan en un gran grito.
Ella se tira contra su pecho. Le falta el aire y su cabeza aun da vueltas. Muerte sus pectorales y no deja de acariciarlo. El no deja de abrazarla.

El fue muy amable en darle su chamara para que se cubriera. Cargo la bici todo el camino y camino silencioso a su derecha. Sin dejar de mirarla.
Ella se sentía apenada en cierta parte, pero su sensación de gratitud era superior.
-Muchas gracias por todo.
-No fue nada…
-Sin no hubieras llegado…
-Ya no pienses en eso.
-No me has dicho tu nombre, no sé quien fue mi héroe.
-Me llamo Cesar. Y la dama a la que salve…
-Tamara.
Se acercaban a la casa de Tamara, y ella tenía tantas cosas que decirle pero no sabía cómo. Y cada vez le quedaba menos tiempo.
-¿Ya no te duele?
-Aun me punza.
Y llegaron a la puerta del edificio.
-Bueno si no necesitas nada más…
-¿Cómo puedo localizarte?
Mete su mano en uno de sus bolsillos y saca un papel, se acerca a la chica y saca una pluma de la chamarra. Escribe unos números y le da el papel.
-Gracias. No sé como agradecerte.
-No esperaba nada a cambio, pero bueno… no puedo pensar en que aun estés en deuda conmigo…
Ella vuelve a besarlo. Se retira.
-Gracias, Cesar.
Abre la puerta, toma la bici y la empuja hacia dentro. Se quita la chamarra.
-No quédatela aun hace frio y estas muy desnuda.
-No creas que no te la regresare.
-No esperaba menos. Adiós.
Con un gesto se despide y camina, hasta desaparecer. Ella entra y deja la bici en su lugar con una cadena. Sube a su departamento sin poder sacar de su mente cada caricia. Mete las llaves, entra y camina a su recamara. Su esposo está dormido, no quiere molestarlo. Va al baño y por fin se da cuenta de los golpes, lucen mal. Pone agua y se limpia la rodilla. Se quita toda la ropa y la tira a la basura. Se mete al baño con agua tibia y se ducha. Mira sus labios vaginales, pone sus dedos y siente el semen que sale de ella, muestra de su último encuentro. Sonríe y se lava.
-Solo espero no embarazarme. Creo que le diré mañana a Mario que me caí. El no tiene por que saber de mi pormenor. No tiene por que saber de mi héroe y yo.
Al salir del baño esconde muy bien la chamarra y el papel, también anota en su agenda el número de manera discreta.

domingo, 3 de octubre de 2010

Historias de amor y sangre: Mi heroe (parte I de II)

Las flores del parque se agitan con el pasar de una bicicleta de montaña. Es algo noche para dar un paseo o ejercitarse, y un mal uso para ese medio de transporte. Pero en algo se tiene que entretener la mente mientras no se pueda hallar alivio en la cama.
No era culpa de su esposo, el se encontraba en los mejores años de su vida, ágil y vigoroso. Pero el pequeño diablo de la extraña incomodidad ya tenía tiempo que había entrado a su casa. Los orgasmo no habían desaparecido, solo parecía que no quería llegar.
Sentía toda esa energía que no expresaba en su intimidad. Se quedaba acostada; no importaba si fuera de frente o de espaldas, solo dejaba que su marido hiciera su labor anti-estrés de la semana. Y lo dejaba pasar como si más, el había dejado de ser en lo único que pensaba cuando estaban en la cama; ya ni siquiera pasaba su rostro en cada orgasmo.
Tenía tanta energía que participaba en juntas del colegio, de la colonia y de servicio a la comunidad. Tomaba clases de yoga y de decoración. Incluso había dejado las pastillas que se auto medicaba para rendir.
Y esto la cansaba, relativamente, y le daba un pretexto para no tener sexo.
Detiene los pedales. Acabo en tiempo record, llegara más temprano, aun no terminan los noticieros. Toma asiento en una de las tantas bancas del parque; los coches cada vez son más escasos y solo acompañan las lámparas con su zumbar interminable.
Regresa esa nostalgia por la nicotina. Era malo para el feto, que era malo para el bebe y que es malo para los niños. ¿Cuándo algo que la calmaba tan bien se volvió tan malo? Su madre fumo durante toda su infancia, y no se ve ningún tipo de problema o mal formación; de hecho está muy bien a sus 29 y dos hijos.
Mira a todos lados. Parece todo estar en una soledad única. Piensa maneras de pasar el tiempo, y es difícil hacerlo en la sola oscuridad. Y le viene un pensamiento oscuro.
Y si realiza algo realmente loco. Ella siempre le ha gustado su fisionomía y lo firme de sus partes.
Algo contra la ley.
Como tocarse… en un lugar público.
La piel se erizo por una corriente de aire muy frio, los pezones empezaron a empujarse contra el top sudado y sus manos se movían por sus piernas.
No era tan malo como tocarse en pleno día. Ningún niño se vería dañado por el espectáculo y ninguna madre lanzaría gritos.
Traía uñas largas y una licra delgada. Sentía cada centímetro que recorría. Empezaba a sentir el cosquilleo en su pelvis. Tal vez solo un poco.
-¡Pero qué me pasa!
Logro sentir su humedad cuando se detuvo.
A su mente llega la imagen de ella masturbándose y gozando como animal, que lo deseaba. Y en el momento del clímax, como en las películas, llegaba un policía con una linterna. Preguntaría por algo que ya sabe que está pasando. Tal vez una llamada de atención, tal vez la llevarían al ministerio publico; y ella sin dinero para librarse de eso.
Mejor para otra ocasión; tal vez se preocupaba mucho y no llegue a pasarle nada malo, una de las caras de la moneda. Mejor seguía.
-¿Todo bien?
Alguien se acerco sigiloso a ella, no tenía ganas de responder. Alguien que se acercaba así a las personas a estas horas en el parque no debe de ser más que un pervertido; de esos que enseñan sus partes, valla perdedores.
-Sí.
Toma su bici después de esa respuesta seca y continua tranquila.
Aunque la tranquilidad se acabo a los 30 cm de recorrido. De una patada tira a la mujer. Cae sobre su rodilla, le duele y no cree que pueda correr. Tenía razón, era un pervertido.
Mira tras de sí. El desconocido la mira parado, se escucha lo fuerte que respira.
-Que le pasa…
De inmediato la golpea en la cara. Por primera vez en su vida conoce lo que es que un hombre la golpee. Siente como la cabeza le da vueltas y el pómulo le palpita.
-Por favor… que vas a hacer…
No quiere gritar. No quiere volver a ser lastimada. Pero el extraño no entiende eso.
De nuevo la golpea. Ahora si alcanza el ojo.
De nuevo siente más confusión en su cabeza.
-No me hables… continua callada y todo saldrá bien.
Se abalanza sobre su víctima. Con su respirar fuerte se llena de su aroma. Toma el top y lo retira.
-Por favor… no lo hagas...
Un puño cae en su estomago. Siente salir el aire, ahora si no puede hablar.
El jala el pantalón de licra con todo y ropa interior, aquí si se ve la rudeza al desnudarla.
Ella se retuerce, no desea ni proferir un gemido. Solo reza para que acabe.
El la acaricia, la muerde y la chupa. Disfruta de cada momento con su presa.
Ella pregunta algo muy común entre todas las personas abusadas. ¿Por qué?
El se baja el cierre y se acomoda el pantalón. Ella cierra los ojos para no tener que ver su violación.
El toma su pene y espera el mejor momento para empezar.
Se escucha otro ruido...