martes, 7 de septiembre de 2010

El vigilante

En la oscura soledad. Atrapado en un festín dramático; soy devorado. Las tinieblas son mi manta, el estar bajo ellas me asfixia. Con el arma a la vista y mis dientes apretados lo encaro. El trae en sus cartas hechizos y los dientes filosos. Y aguarda al pie de mi cama.

Y lo escucho jadear.
Toda la noche me acompaña.
Cada noche.
En cada parte de mi cuerpo siento su presencia.
A cada rato lo escucho.
Me hace compañía.

No sé quién es. No sé qué quiere. Se lo pregunto y solo me responde: Vamos a dormir.
Pero el no duerme del todo.

Diario busco respuestas.
Voy a las bibliotecas más completas; reviso todos los tomos de enciclopedias, desde problemas neuronales hasta deficiencias de vitaminas. Recurro a los mejores médicos naturistas, que me incitan a tomar algo que no saben si funcionara para sanar algo que desconocen. Incluso he probado magia y drogas. En los templos con la más grande devoción.
Nada lo resuelve. La búsqueda me resulta inútil.
Y lo veo todas las noches.
Lo escucho a cada paso.
En cada calle.
Pero solo en la noche lo veo.
Regresando el hígado por la boca, mascando la brea con sus dientes de tiburón. Botas y cabello sucio. Y la cara amarilla. Y le pregunto por qué no duerme.
-No puedo dormir del todo.
Yo estoy igual.

Toda la noche.
Cada noche.
En cada parte de mi cuerpo.
Su hígado.

Oh, Dios respóndeme. Escucha mis plegarias. ¿Qué es esto? ¿Qué me pasa? ¿Quién es?
¿Por qué nunca duerme? Piedad, termina el tormento.
¿Por qué volverme loco? Aun siendo joven. Que disfruta mas no se excede. Así de un día para otro tener esto.

Las primeras veces pensé en algún desgraciado que quería robarme a plena noche. Pero cuando prendí uno de mis cerillos; desaparecía. Lo atribuí a algún malestar con la comida y mis trasnochadas.
Pero cuando apagaba todo; sentía su regurgitar negro. Viscoso.
Llame varias veces a mi ama de llaves para que viera lo que se me aparecía; y solo me tiro de loco y pervertido al quererla meter a mi alcoba de noche. A mis amigos, pero ninguno acepto.
Incluso me interne en una clínica para que me observaran, pero solo decían que sufría de alucinaciones. Delírium trémens o psicosis; atreverse a decirme loco o borracho.
Pero no sufro de alucinaciones.
Le dispare unas cuantas veces y solo dañe la madera tan cara de mi casa. Mi ama de llavez decidió que ese era suficiente para una mujer como ella.

Y nos quedamos solos.
Me sigue.
Y lo veo.
Todas las noches.
Percibo lo nauseabundo de su aliento. Escucho el chocar de sus dientes. Y su hígado.
-Déjame en tranquilo. Déjame en paz.
-No puedo. Porque nunca duermo del todo.
Y no me deja.
Tal vez se valla algún día. Tal vez nunca se valla.
Pero sé que me acompañara su hedor a cada lugar, a cada reunión. Se quedara impregnado en mí.
Solo quiero dormir.
Pero ninguno de los dos duerme del todo.
Aun me quedan balas. Tal vez pueda terminar todo esto.
Y al fin dormir tranquilo
Por fin dormir del todo.

Pero soy demasiado cobarde para hacerlo. Para estar tranquilo.
Del todo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario