A cada paso que doy me alejo mas de mi vida, la piel de la serpiente va dejando un sendero por donde ando, ya las penas desaparecen o simplemente se te olvidan con el andar, los amigos esperan abajo a mi regreso, la cama esta tendida en tu casa. Pero nadie me espera en ella.
Subo la colina, y la sensación de soledad no llega, nunca llega. Los pájaros se detienen enfrente de mí, me dicen cosas que aun no entiendo. Los arboles me chiflan pero yo no los entiendo. Las estrellas me guían pero no las sigo. No puedo creer lo humano que me he vuelto, lo alejado de la tierra que me ama como uno de sus hijos.
La mañana desaparece detrás de un telón de humo, ciudades quemándose por todas partes, donde sea que voy veo ira, destrucción, desesperación, es lo único de lo que me entero. De lo que me dicen. Estoy arto. Estoy cansado de esa indiferencia global, del olvidar nuestro corazón para salir a trabajar.
Yo solía ser un optimista, creía que las personas eran buenas solo hay que tocarlas en el alma. Pero es inútil, puedes estar amando por demasiado tiempo y no hay garantía de recuperación; esa es la nueva lección. No sabemos amar. Amar sinceramente, incondicionalmente, era todo lo que daba y quería para mí. Es tan difícil.
Pero ahora, mi vida me parece vacía cuando regreso al lugar donde me tomaron, de donde nadie regresa los besos, donde nadie tiene esperanza. Y es esa soledad lo que me impulso a tomar este camino. Tal vez desde las montañas tenga una mejor vista de mi realidad. La cima esta cerca. Tal vez entienda hasta el porqué dios se fue; tuvo noción de lo que creo y decidió huir.
Tengo tantas preguntas, y ninguna respuesta, mi vida es confusión, y no quisiera echarle la culpa a nadie, esto es lo que elegimos, y esto es lo que pasara. Ojala el amor durara tanto como las marcas en la corteza de un árbol. Que las promesas hechas se cumplieran, que los enamorados se amasen.
Me detengo y vacilo un rato. Miro mi rostro en el agua del piso, estoy cansado de esta máscara que siempre llevo; que cuelgo todos los días en mi cara, que me protege en mi debilidad, no me la puedo quitar, no me la quiero quitar. Aun a estas alturas no quiero que sufras, si es que aun te intereso.
Mis pies siguen ligeros, por eso camino, es la única razón. NO me he detenido simplemente porque no sé hacer otra cosa que caminar. Pero la tormenta me obliga a cambiar de rumbo, a guarecerme en la cueva. No me molesta, siempre me han agradado los lugares oscuros y vacios, mi último recinto. Bestias y alimañas me rodean, y me preguntan: “¿Qué haces en nuestro hogar?”
-No se preocupen solo voy de paso. Ustedes no se preocupen por mi persona.
Es la última vez que estoy de paso, es la última vez que estoy. EL calor regresa a mis piernas, decido continuar aun con la lluvia. La oscuridad me llama, me reclama. Pero yo quiero vivir, quiero volver a ser amado, volver a ser más que una persona más.
Corro, y encuentro algo que me llama a gritos, un precipicio. Me llama con esa dulce voz, me acerco y miro.
-¿Qué es lo que buscas en estas cimas?
-Paz, amor, tranquilidad…
-¿Qué te hace pensar que las encontraras allá arriba, si no las encontraste en tu sociedad?
Me siento en la orilla.
-¿En realidad sientes que caíste lo más bajo?
No. Pero no quiero seguir cayendo. Pero parece que es lo que necesito, me levanto y abro los brazos. Ya no quiero preocuparme de nada por una temporada. Daré un paso de fe, acabare con esta locura, me volveré loco. Estiro una pierna, el aire la golpea, pronto sentiré el dolor liberador de mi cuerpo estallando, de mi mente expulsada, de mis huesos rotos. Todo será hermoso, de mi sangre y carne podrida saldrá un ave, que no hará mas que volar, un ave que no sabe cantar por que le quitaron la voz, un ave que no camina, porque no tiene pies. Solo volar, sin nada que me detenga, hasta el sol.
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